Por María del Carmen Domínguez, Carola Muñoz y Daniela Sepúlveda Soto
Con excepción de focalizadas resistencias, el progresismo chileno vinculado a la política exterior ha reconocido la importancia de avanzar hacia una Política Exterior Feminista, que aborde la brecha de género que subsiste en el sector. Urge enfrentar la subrepresentación de las mujeres en los espacios de toma de decisión en política exterior, corregir el tipo de puestos y roles que usualmente se les asignan, denunciar las leyes y normas discriminatorias, y construir una cultura organizacional que no profundice los sesgos y estereotipos de género. Esta Política Exterior Feminista implica, como mínimo, tres acciones: focalizar, corregir e implementar.
En primer lugar, se requiere focalizar aquellos obstáculos institucionales que no permiten un reconocimiento de los aportes diferenciales que hombres y mujeres hacen en la conducción de la política exterior y en la carrera diplomática. Estos obstáculos son principalmente institucionales, y se manifiestan formal e informalmente. Los últimos han sido los más perjudiciales para las mujeres, porque constituyen espacios de discriminación discrecionales difíciles de denunciar.
En segundo lugar, se requiere corregir estos problemas, para avanzar hacia una Cancillería más inclusiva, democrática, transparente, eficiente y participativa. Sigue siendo una tarea pendiente en este servicio la integración de la diversidad de nuestra sociedad con los procesos de elaboración e implementación de la política exterior. La igualdad de género y los criterios de no discriminación, con un enfoque transversal de derechos humanos, deben ser un elemento basal y constitutivo de la política exterior chilena, así como de sus principios, prioridades e intereses.
Finalmente, se quiere implementar acciones audaces y decididas para sumar a Chile en el grupo de países que está cambiando las normas internacionales en materia de política exterior. Este es un ejercicio de emprendimiento normativo complejo y desafiante, que requiere no sólo de voluntad política, sino también de una decidida acción de restitución, para devolver a Chile el prestigio regional y global de su Ministerio de Relaciones Exteriores. En consecuencia, para que Chile avance hacia el establecimiento de una Política Exterior Feminista, proponemos comenzar con las siguientes acciones concretas:
- Comprometer a nivel de designaciones presidenciales un sistema de cuotas para llenar los cargos vacantes en el grado de Embajador (a) y mantener los nombramientos de Embajadoras desde el grado de Consejeras.
- Establecer mecanismos de ingreso paritario a la Academia Diplomática.
- Establecer un Observatorio de Igualdad de Género en el Estado.
- Integrar criterios de conciliación del trabajo con la vida familiar.
- Diversificar las áreas de destinaciones de las mujeres.
- Diversificar las áreas, tópicos y agendas asignadas a las mujeres.
- Establecer mecanismos de ascenso paritario a lo largo de la carrera.
- Elaborar una agenda de trabajo en el marco de Observatorio de Igualdad de Oportunidades.
- Introducir un lenguaje inclusivo y no discriminatorio.
- Implementar procedimientos institucionales para abordar las múltiples e interseccionales formas de discriminación y violencia que las diplomáticas enfrentan al interior del servicio
- Establecer presupuestos sensibles al género.
- Ejecutar acciones de emprendimiento normativo, que empujen a las Cancillerías a considerar los impactos diferenciales de género que todo tratado, acción internacional, acuerdo o acto administrativo pueda tener hacia las mujeres.
El establecimiento de una Política Exterior Feminista constituye un imperativo ético, normativo e institucional, para potenciar y proteger la diversidad de Chile, y devolver a nuestra Cancillería su reputación internacional.
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Publicado originalmente en La Tercera.