Por José Antonio Sanahuja, director de la Fundación Carolina (España), y Daniela Sepúlveda, directora de Nueva Política Exterior (Chile)
En los últimos años, ya sea en el contexto latinoamericano o europeo, la política exterior ha estado bajo una fuerte evaluación pública de las audiencias internas de cada país. España y Chile son un ejemplo claro de estas tensiones. Bajo sus actuales gobiernos, ambos países han empujado agendas progresistas como la política exterior feminista, el énfasis en la defensa irrestricta de los derechos humanos o el liderazgo en sus respectivas regiones para condenar la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania. Sin embargo, el debate local ha tendido a enfocarse en los errores o discrepancias y, a menudo, la discusión sobre política internacional es en realidad el pretexto para la disputa política y electoral interna. Es decir, la atención se ha concentrado en la forma y no el fondo.